Mi perrina colorá
a una perdiz arremetía,
en los campos aquel día,
de mañana soleá.
¡A por ella!, le decía
con mi voz casi ahogá,
que se escapa de esta guerra
que la tenemos ganá.
En la boca la traía,
sonriendo a no poder más.
Hasta hablar parecía,
mi perrina colorá.
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